Realmente fue una sensación extraña la que
comenzó a sentir cuando vio como aquella mujer pasaba a su lado, siendo
objetivo no tenía nada de extraordinario,
pero aún así no pudo evitar sentir aquello. Cuando por fin la reconoció
pudo comprender en parte esa sensación, ante él, como una aparición volvía el
pasado del que creía estar a salvo desde hace tiempo. Ella siguió su camino sin
detenerse; es más, parecía no percatarse de la persona que pasaba a su lado.
Ante esto, Antonio, sintió alivio de no ser reconocido, pues no se sentía
preparado para hablar con quien hace tantos años lo dejara sin ninguna
explicación.
Al llegar a casa ya no pensaba como hace un
momento atrás. Se desesperó al pensar que quizás él no significó nada en su
vida, ni siquiera un recuerdo. Analizando con más detenimiento la escena de la
tarde, trató de recordar su rostro que tan hermoso le parecía desde que la vio
por primera vez, pero en aquel momento se sintió tan nervioso que debió
reconocer la cobardía de mirarla con detenimiento, después de un instante una
mezcla de sensaciones lo invadió: felicidad, nostalgia, frustración y mucho más
que no sabía describir.
Sus sentimientos no habían cambiado
reconoció asombrado. Los recuerdos comenzaron aflorar, desde el primer día en
que la vio hasta ese encuentro fortuito. Ahí estaba, como si hubiera sido hace
un instante, inmediatamente llamó su
atención y, al fijar su vista en ella descubrió un rostro hermoso: su simetría
era casi perfecta, de tez morena, ojos color café, sus labios de un color rojo
exquisito, para él; vestía: una falda color chocolate, una blusa rosa pálido y
su cabello era largo y lucía un tanto salvaje por como lo acomodo aquella vez.
No pudo evitar mirarla con detenimiento, algo que ella percibió, porque cuando
le miró hizo un gesto que, en conversaciones posteriores, jamás se atrevió a
preguntar qué significado tenía aquello.
Un ruido en la cocina lo trajo de vuelta a
la realidad, y vio con asombro como su gato tenía desparramado por todo el piso
el alimento que con seguridad él, olvidó guardar por la mañana —¡Qué voy hacer
contigo! —exclamó—. Ya no tienes remedio por más que trato no te aguanto, te
volviste completamente salvaje desde tu escape de la semana pasada —. El gato
lo miró con asombro al ser descubierto y huyó rápidamente hacia el patio de
atrás por la puerta que su amo muy enojado abrió. Era el colmo ya no sólo debía
preocuparse en atenderlo, sino que además de recoger todo lo que el animal
destrozaba después de una ausencia de dos días, esto lo hacía dudar de
mantenerlo a su lado, por cómo iban las cosas más que una compañía se había
vuelto un fastidio. Luego que terminó de guardar la comida subió a su
habitación y se tendió en la cama, las imágenes comenzaron a llegar nuevamente
a su cabeza y como una película comenzó a revivir los momentos que vivió junto
a ella, en realidad nada especial había sucedido entre los dos, pero aún así no
dejaba de pensar en ella con el mismo amor que comenzara a sentir desde su
partida hace cinco años.
Camila siempre fue un misterio para él, y
eso la convertía en un desafío que ganaría a como diera lugar. Si debía
describirla con su primera impresión tendría que hablar de su belleza, era
inexplicable como una mujer de esas características, quien nada tenía que ver
con sus gustos personales, logró llamar su atención, pero no cabía duda, lo más
significativo para él era su timidez y la porción de ingenuidad que esta le
daba, actitud que con el tiempo, debió reconocer como auténtica.
Jamás pensó tener algo serio con ella, pero
no podía explicar el porqué de esa atracción, lo más probable, y que aceptaba
como explicación, era que su inocencia lo arrastraba hacia ella. Deseaba saber
si era cierta la impresión que daba, pues ya no era necesario fingir como solía
suceder décadas pasadas, en que las mujeres debían guardar cierta distancia de
los hombres y con esto despertar un mayor interés de su parte; además, esto les
permitía resguardar su honor frente a su entorno. Le era inconcebible que en
estos tiempos existieran reparos en demostrar todo lo se siente a otros, un
desafío extraño para él, pero que no dejaba de ser interesante de alcanzar.
Cuando vio la oportunidad de acercarse a
ella no lo dudo, Alejandro un amigo en común fue su ayuda, le comentó lo
impresionado que había quedado al descubrir a aquella muchacha y sus deseos por
conocerla. En ese momento su amigo no pudo contener la risa y confesarle que ya
la conocía, pues era hija de una amiga de su madre y ellas desde hace una
semana llevaban visitándose mutuamente, ocasiones en las cuales habían tenido
tiempo de conversar. También le aseguró que no era el tipo de mujer a las que
él estaba acostumbrado, que era prácticamente una niña, que no conocía
demasiado de la vida, era demasiado confiada, todo lo traía a bien y que por
sus conversaciones podía decirse que era extremadamente tímida, aunque sí,
debía reconocer que esto le daba un aire encantador. Y aunque, a Antonio, le
costó convencer a su amigo éste accedió a presentársela con la condición que
pensara muy bien las cosas, pues él no estaba dispuesto ser quien contribuyera
a la infelicidad de otra persona.
Si bien en un comienzo le desagradó la
actitud de ella, por su lejanía con las personas, no tardó en fijarse que esto
se debía a su timidez; y que cuando les conocía mejor era capaz de
desenvolverse sin ningún reparo. A él este contraste en ella le pareció
interesante, pero jamás dejó de lado su principal objetivo, y sin ninguna
fijación en las advertencias de su amigo continuo con su juego.
En la actualidad este recuerdo le produjo
demasiado enojo, ¿cómo había sido capaz de algo semejante?, e hizo que
comprendiera en parte la actitud de ella con su encuentro en la calle. No tenía
dudas, creía que ella se había percatado de su presencia aunque pensó —si
encontré que ella está bastante cambiada ¿cómo no voy a estarlo yo también?—,
pero aún así, no dejaba de atormentarlo ese modo tan frío cuando paso junto a
él.
Volvió a su memoria el día en que trató
infructuosamente de invitarla a pasear. No dejaba de ser una buena excusa para
estar solos, pero ella quizás de forma más sabia no accedió a esta proposición.
Si bien, además de su enfado tuvo que soportar una tarde de lo más aburrida en
compañía de los hermanos de ella, el balance fue positivo. Estaba seguro de
sumar puntos con una actitud de paciencia. No podía creer que ya pasaba un mes
y Camila aún no se dejaba convencer, es más ni siquiera se daba por aludida.
Pero notó una tarde que su actitud era distinta, estaba intranquila, no dejaba
de caminar de un lugar a otro, y cuando estaba a punto de preguntar qué sucedía
ella comenzó a llorar. Esto lo conmovió y se decidió a abrazarla, pero para su
sorpresa ella le pidió que por favor no lo hiciera, que no le gustaban ese tipo
de cosas, fue en ese momento que descubrió algo especial; ella era, a pesar de ese rasgo de timidez, muy fuerte.
La decisión de decir lo que le desagradaba o incomodaba, le entregaba una
característica que nunca había sido capaz de atribuirle. Y aunque trató de
conocer en profundidad los motivos de aquel llanto solo obtuvo por respuesta: —
Perdón no puedo, soy incapaz de hablar en forma coherente. No es mi intención
ser grosera, pero creo que por el momento quiero estar sola —, por lo que debió
marcharse; pensando en que no tardaría en conocer los pormenores de aquello.
Pero aunque dos días después, Alejandro, le comentó haber estado en su casa y
que todos estaban preocupados por cómo se encontraba Camila, no fue mucha la
información que obtuvo, nadie entendía lo que sucedía. Lo que estaba claro era
que su estado físico se encontraba ligado con lo emocional y que mientras ella
no se diera animo nada mejoraría.
Luego, de no haber contado con su compañía
por más de una semana debió reconocer que la extrañaba más de lo que estaba
dispuesto a admitir. Deseaba verla; sí, lo deseaba, contemplar esa tranquilidad
que transmitía, esa seguridad en todo lo que hacía, una delicadeza, que hasta
hace muy poco le resultaba insoportable por considerarla imposible en cualquier
mujer, pero que en ella era posible admirar. Él sabía que ella no fingía, pero
aunque sus sentimientos eran tan fuertes no podía definirlos con exactitud.
5 comentarios:
Hola, me gusta mucho tu blog y esta historia parece muy buena, esperaré por más :-)
Estimada Meri:
Quiero darte la bienvenida, gracias por la visitar el blog.
Nos vemos el miércoles.
Saludos
Hola querida, me gusta el comienzo de tu historia, se sale un poco de lo común de las clásicas historias de amor, por la forma en que lo has enfocado. Siendo el hombre quien narra los hechos y necesariamente los veremos a través de él.
Esta chica Camila, me agrada por sus características, y es interesante ver cómo Antonio se siente atraído por su personalidad incluso en contra de su propia voluntad.
Lástima que el gatito esté portándose mal,espero que no lo eche de la casa.
Espero el próximo capítulo, me gusta la historia.
Un beso grande!
Jazmín.
Estimda Jazmín:
Me alegro que te guste la historia.
Es curioso, que en nosotros haga más eco el concepto de polos opuestos, aunque también hay semajanzas que nos unan. Luego de mi reflexión, te diré que es muy probable que el gatito les ayude un poco.
Que tengas una linda semana, saludos.
Tiene un comienzo envolvente y las características de los protagonistas son interesantes . Es muy realista la forma en que presenta la negación de la atracción que tiene él.
Sigo leyendo para descubrir el final.
Besos y Abrazos
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