miércoles, 11 de abril de 2012

Nuevas Oportunidades





Realmente fue una sensación extraña la que comenzó a sentir cuando vio como aquella mujer pasaba a su lado, siendo objetivo no tenía nada de extraordinario,  pero aún así no pudo evitar sentir aquello. Cuando por fin la reconoció pudo comprender en parte esa sensación, ante él, como una aparición volvía el pasado del que creía estar a salvo desde hace tiempo. Ella siguió su camino sin detenerse; es más, parecía no percatarse de la persona que pasaba a su lado. Ante esto, Antonio, sintió alivio de no ser reconocido, pues no se sentía preparado para hablar con quien hace tantos años lo dejara sin ninguna explicación.
Al llegar a casa ya no pensaba como hace un momento atrás. Se desesperó al pensar que quizás él no significó nada en su vida, ni siquiera un recuerdo. Analizando con más detenimiento la escena de la tarde, trató de recordar su rostro que tan hermoso le parecía desde que la vio por primera vez, pero en aquel momento se sintió tan nervioso que debió reconocer la cobardía de mirarla con detenimiento, después de un instante una mezcla de sensaciones lo invadió: felicidad, nostalgia, frustración y mucho más que no sabía describir.
Sus sentimientos no habían cambiado reconoció asombrado. Los recuerdos comenzaron aflorar, desde el primer día en que la vio hasta ese encuentro fortuito. Ahí estaba, como si hubiera sido hace un instante,  inmediatamente llamó su atención y, al fijar su vista en ella descubrió un rostro hermoso: su simetría era casi perfecta, de tez morena, ojos color café, sus labios de un color rojo exquisito, para él; vestía: una falda color chocolate, una blusa rosa pálido y su cabello era largo y lucía un tanto salvaje por como lo acomodo aquella vez. No pudo evitar mirarla con detenimiento, algo que ella percibió, porque cuando le miró hizo un gesto que, en conversaciones posteriores, jamás se atrevió a preguntar qué significado tenía aquello.
Un ruido en la cocina lo trajo de vuelta a la realidad, y vio con asombro como su gato tenía desparramado por todo el piso el alimento que con seguridad él, olvidó guardar por la mañana —¡Qué voy hacer contigo! —exclamó—. Ya no tienes remedio por más que trato no te aguanto, te volviste completamente salvaje desde tu escape de la semana pasada —. El gato lo miró con asombro al ser descubierto y huyó rápidamente hacia el patio de atrás por la puerta que su amo muy enojado abrió. Era el colmo ya no sólo debía preocuparse en atenderlo, sino que además de recoger todo lo que el animal destrozaba después de una ausencia de dos días, esto lo hacía dudar de mantenerlo a su lado, por cómo iban las cosas más que una compañía se había vuelto un fastidio. Luego que terminó de guardar la comida subió a su habitación y se tendió en la cama, las imágenes comenzaron a llegar nuevamente a su cabeza y como una película comenzó a revivir los momentos que vivió junto a ella, en realidad nada especial había sucedido entre los dos, pero aún así no dejaba de pensar en ella con el mismo amor que comenzara a sentir desde su partida hace cinco años.

Camila siempre fue un misterio para él, y eso la convertía en un desafío que ganaría a como diera lugar. Si debía describirla con su primera impresión tendría que hablar de su belleza, era inexplicable como una mujer de esas características, quien nada tenía que ver con sus gustos personales, logró llamar su atención, pero no cabía duda, lo más significativo para él era su timidez y la porción de ingenuidad que esta le daba, actitud que con el tiempo, debió reconocer como auténtica.
Jamás pensó tener algo serio con ella, pero no podía explicar el porqué de esa atracción, lo más probable, y que aceptaba como explicación, era que su inocencia lo arrastraba hacia ella. Deseaba saber si era cierta la impresión que daba, pues ya no era necesario fingir como solía suceder décadas pasadas, en que las mujeres debían guardar cierta distancia de los hombres y con esto despertar un mayor interés de su parte; además, esto les permitía resguardar su honor frente a su entorno. Le era inconcebible que en estos tiempos existieran reparos en demostrar todo lo se siente a otros, un desafío extraño para él, pero que no dejaba de ser interesante de alcanzar.
Cuando vio la oportunidad de acercarse a ella no lo dudo, Alejandro un amigo en común fue su ayuda, le comentó lo impresionado que había quedado al descubrir a aquella muchacha y sus deseos por conocerla. En ese momento su amigo no pudo contener la risa y confesarle que ya la conocía, pues era hija de una amiga de su madre y ellas desde hace una semana llevaban visitándose mutuamente, ocasiones en las cuales habían tenido tiempo de conversar. También le aseguró que no era el tipo de mujer a las que él estaba acostumbrado, que era prácticamente una niña, que no conocía demasiado de la vida, era demasiado confiada, todo lo traía a bien y que por sus conversaciones podía decirse que era extremadamente tímida, aunque sí, debía reconocer que esto le daba un aire encantador. Y aunque, a Antonio, le costó convencer a su amigo éste accedió a presentársela con la condición que pensara muy bien las cosas, pues él no estaba dispuesto ser quien contribuyera a la infelicidad de otra persona.
Si bien en un comienzo le desagradó la actitud de ella, por su lejanía con las personas, no tardó en fijarse que esto se debía a su timidez; y que cuando les conocía mejor era capaz de desenvolverse sin ningún reparo. A él este contraste en ella le pareció interesante, pero jamás dejó de lado su principal objetivo, y sin ninguna fijación en las advertencias de su amigo continuo con su juego.
En la actualidad este recuerdo le produjo demasiado enojo, ¿cómo había sido capaz de algo semejante?, e hizo que comprendiera en parte la actitud de ella con su encuentro en la calle. No tenía dudas, creía que ella se había percatado de su presencia aunque pensó —si encontré que ella está bastante cambiada ¿cómo no voy a estarlo yo también?—, pero aún así, no dejaba de atormentarlo ese modo tan frío cuando paso junto a él.
Volvió a su memoria el día en que trató infructuosamente de invitarla a pasear. No dejaba de ser una buena excusa para estar solos, pero ella quizás de forma más sabia no accedió a esta proposición. Si bien, además de su enfado tuvo que soportar una tarde de lo más aburrida en compañía de los hermanos de ella, el balance fue positivo. Estaba seguro de sumar puntos con una actitud de paciencia. No podía creer que ya pasaba un mes y Camila aún no se dejaba convencer, es más ni siquiera se daba por aludida. Pero notó una tarde que su actitud era distinta, estaba intranquila, no dejaba de caminar de un lugar a otro, y cuando estaba a punto de preguntar qué sucedía ella comenzó a llorar. Esto lo conmovió y se decidió a abrazarla, pero para su sorpresa ella le pidió que por favor no lo hiciera, que no le gustaban ese tipo de cosas, fue en ese momento que descubrió algo especial; ella era,  a pesar de ese rasgo de timidez, muy fuerte. La decisión de decir lo que le desagradaba o incomodaba, le entregaba una característica que nunca había sido capaz de atribuirle. Y aunque trató de conocer en profundidad los motivos de aquel llanto solo obtuvo por respuesta: — Perdón no puedo, soy incapaz de hablar en forma coherente. No es mi intención ser grosera, pero creo que por el momento quiero estar sola —, por lo que debió marcharse; pensando en que no tardaría en conocer los pormenores de aquello. Pero aunque dos días después, Alejandro, le comentó haber estado en su casa y que todos estaban preocupados por cómo se encontraba Camila, no fue mucha la información que obtuvo, nadie entendía lo que sucedía. Lo que estaba claro era que su estado físico se encontraba ligado con lo emocional y que mientras ella no se diera animo  nada mejoraría.
Luego, de no haber contado con su compañía por más de una semana debió reconocer que la extrañaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Deseaba verla; sí, lo deseaba, contemplar esa tranquilidad que transmitía, esa seguridad en todo lo que hacía, una delicadeza, que hasta hace muy poco le resultaba insoportable por considerarla imposible en cualquier mujer, pero que en ella era posible admirar. Él sabía que ella no fingía, pero aunque sus sentimientos eran tan fuertes no podía definirlos con exactitud.
 Continuará...

5 comentarios:

Meri dijo...

Hola, me gusta mucho tu blog y esta historia parece muy buena, esperaré por más :-)

Jennieh dijo...

Estimada Meri:

Quiero darte la bienvenida, gracias por la visitar el blog.

Nos vemos el miércoles.

Saludos

princesa jazmin dijo...

Hola querida, me gusta el comienzo de tu historia, se sale un poco de lo común de las clásicas historias de amor, por la forma en que lo has enfocado. Siendo el hombre quien narra los hechos y necesariamente los veremos a través de él.
Esta chica Camila, me agrada por sus características, y es interesante ver cómo Antonio se siente atraído por su personalidad incluso en contra de su propia voluntad.
Lástima que el gatito esté portándose mal,espero que no lo eche de la casa.
Espero el próximo capítulo, me gusta la historia.
Un beso grande!
Jazmín.

Jennieh dijo...

Estimda Jazmín:

Me alegro que te guste la historia.

Es curioso, que en nosotros haga más eco el concepto de polos opuestos, aunque también hay semajanzas que nos unan. Luego de mi reflexión, te diré que es muy probable que el gatito les ayude un poco.

Que tengas una linda semana, saludos.

suelin17dea dijo...

Tiene un comienzo envolvente y las características de los protagonistas son interesantes . Es muy realista la forma en que presenta la negación de la atracción que tiene él.
Sigo leyendo para descubrir el final.
Besos y Abrazos