Elena, se encontraba dentro
de casa y esto apenas dio tiempo a Antonio en cómo reaccionar ante aquella
aparición, dudó por unos instantes, pero le fue imposible no mostrar su desasosiego,
le invitó un café y acto seguido le indicó debían conversar.
—
Tengo que enterarte de algo que ha sucedido— miró a Elena, con sentimiento de
culpa, pero se sorprendió cuando ella murmuro:
—
Camila, volvió.
Él,
se limitó a confirmar con la cabeza y, su expectación aumentó cuando en ella no
vio ni una pizca de sorpresa.
—
¿Lo sabías?—preguntó llena de curiosidad.
—
Sí, desde ayer.
—
Pensé que tendría la oportunidad de ser yo quien te diera la noticia.
—
¿Por qué?, ¿Desde cuándo y por qué lo
sabías?
—
Desde hace una semana sé que ella volvería— luego digo con un tono de reproche—,
no me mires así. Después de todo fui yo, quien acudió a ella. Sentía curiosidad
por conocer a la persona a quien tanto amas y lo creí conveniente, no estaría
tranquila si seguía pensando en ella como algo que existía en tus recuerdos y,
hasta, quizás, sólo en tu imaginación.
— No
entiendo— fue lo que alcanzó a decir antes que ella continuara.
—
Aún sigo pensando era mi derecho— dijo con enfado— sabes…, desde que pediste mi
mano, me obsesioné por conocer tus verdaderos motivos; si eran por amor a mí o
por amor a ella.
—
¿Cómo dices eso?— dijo, Alejandro, ofendido por los reproches de Elena—. Hace
tiempo que no pensaba en ella de esa manera.
— ¿Estás
seguro?—mirándole de reojo y cuestionando la respuesta, agregó—. Porque yo no
he visto en tu actitud de las últimas veinticuatro horas más que una
confirmación a mis sospechas.
— ¿Y
por eso la has traído?— preguntó airado.
—
No, debes saber que ha sido como una ofrenda de paz— aquí suavizó su trato—
desde el instante en que pediste mi mano comencé a preguntarme si ¿estaba
segura de querer compartir una vida contigo?, desde hace mucho sólo he
permanecido a tu lado por temor a que volvieras a estar como antes de
conocernos.
—
¿Has estado conmigo por compasión?— Preguntó con sorpresa y enfado.
—
No, debo reconocer que te quiero, pero ese cariño ha sido en gran medida fraternal.
En un principio, sí, me atrajiste de un modo distinto, pero fue cambiando
paulatinamente cuando supe definitivamente que no podrías querer a nadie más
que a Camila, quizá, por el resto de tu vida, aunque no estuvieras con ella—
Elena, hizo este comentario con lágrimas en los ojos, sorprendida por su
reacción— Nunca podrías ofrecer a ninguna mujer tu corazón, quizás tu compañía
física, y eso para mí no basta. Quiero, y he deseado siempre una persona que
esté a mi lado no sólo en esa forma, sino que nos pertenezcamos más allá.
—
Entonces por qué aceptaste, si en medida alguna considerabas fuera la persona
indicada.
— Ya
te dije que temía dejarte sólo, cierto que desde el principio de nuestro
encuentro tú eras fuerte— acariciándole la mejilla suavemente, agregó—, pero
aun así tenía miedo que una decepción volviera abrir las heridas que tanto te
habían costado cerrar.
— De
verdad, me cuesta creer lo que está pasando— dijo, con sus pensamientos ya muy
lejos de allí.
Para,
Alejandro, todo se aclaró. Y fue en ese instante cuando la decisión que no se
había atrevido a tomar llegó como una consecuencia inevitable del actuar de
Elena, estaba decidido, tomaba el riesgo de llenar su corazón nuevamente con la
esperanza de alcanzar el amor de Camila.
— No
puedo evitar el estar agradecido contigo, mi querida Elena— se permitió
abrazarla con cariño—; aunque, confieso que me ha dolido tu accionar en este
tema, pero siempre has sido una buena compañera. Tú me has permitido tener
esperanzas nuevamente, has vuelto no solo con ellas sino que con la persona que
las inspira.
—
Debes saber que no ha sido todo por ti— Elena, dijo esto con un resplandor en
su rostro—, me avergüenzo al reconocer que lo he buscado en beneficio propio.
Perdón por mi franqueza, pero el motivo más fuerte fue que me enamoré como una
colegiala nuevamente. Conocí a quien desde siempre soñé, y te extrañará esta
confesión, siento que debo dejar todo claro entre nosotros. No ha sido mi deseo
dañarte, y creí correcto ayudarte un poco, porque después de que te diga quién
es, tú te puedes sentir traicionado.
—
¿Cómo puedes pensar algo así?— Alejandro que ya estaba evidentemente más
relajado, por lo menos había aclarando la situación entre ellos—, después que
has sido tú quien ha acercado mis sueños,
quizá, a una realidad, de la cual pensé no tenía derecho a imaginar siquiera—
un brillo nuevo apareció en sus ojos— cuéntame quien es el afortunado, y como
lograste que ella esté aquí.
—
Bueno primero saldré de mi tema y te diré que es Alejandro, lo he tratado
desde… bueno hace poco más de cinco meses, cuando nos presentaste. No puedo
dejar de sentir vergüenza como dije antes, pero ya sabes el amor es así y desde
que acepte en casarnos no pude sino pensar en él, en cómo era una persona libre
de ataduras como las tuyas, sincero, leal y, si supieras cuánto me costó
convencerlo para que me dijera dónde encontrar a Camila.
—
¡Esa es la razón por la que no quiso interferir esta vez!— dijo Antonio
asombrado.
Elena
aclaró rápidamente que él nunca le falto como amigo y le respeto, pero que no
podía negar que su afecto era correspondido. Y que se negó a estar junto a
ella, que debía definir su posición y aunque todo eso pasaba no podía dar la ubicación de Camila, pero
ella lo había convencido un tanto por el amor hacia ellos y a su amigo a quien
no deseaba que estuviera deprimido.
Con
lo referente a, Camila, dijo que no estaba autorizada a decir de dónde la
encontró, sin embargo, señaló que le había sorprendido su forma de ser, pues
era una persona demasiado reservada, aunque, realmente encantadora y comprendía
muy bien el porqué de la inevitable atracción que produjo en él, mas no pudo
negar que Camila, no representaba en lo más mínimo a sus gustos, en lo que a personalidad
se refería. A pesar de las insistencias de Antonio en saber sobre el ánimo
hacia él, se limitó a decir que sólo Dios sabría del resultado de la entrevista
que tendrían aquella tarde, y que ella además del tema recién tratado debía ser
portadora de una respuesta ante esa solicitud. No salió de esa casa sin antes desear
que todo se resolviera favorablemente y
que pronto él pudiera disfrutar de la felicidad que desde hace tanto se había negado.
Antonio
no pudo dejar de pensar cómo cambiaría su vida en unas horas, quizás todo sería
bueno para él y una sonrisa afloro por sus labios, pero también la
incertidumbre, Camila podría haber vuelto solo para cerrar un ciclo en su vida
e irse inevitablemente para siempre, y él no podría detenerla. Sabía que no tendría
ningún derecho que justificara una acción así, ni siquiera, el sufrimiento de
tantos años lo haría. A medida que pasaban las horas y el encuentro se acercaba
no podía dejar que una serie de emociones lo envolvieran, como sería estar
frente a frente, sólo ellos. Podría el tiempo haber cambiado algo en sus
sentimientos, de su parte estaba seguro, pues, aunque, había querido dar un
respiro nuevo a su vida con Elena era el mismo destino quien la apartó, pero de
Camila, no sabía nada más; solo que había vuelto, y de la decisión de ella
dependía ahora, tal vez, el resto de su vida.
Cuando
la hora se aproximaba decidió arreglarse un poco, su aspecto dejaba mucho que
desear, desde la mañana no había sido capaz de hacer otra cosa más que pensar,
y reconocía ante el espejo que estaba terrible. Decidió hacer todo lo que
estuviera a su alcance por mejorar y, así relajarse. Pudo contar con eso después
de realizar la tarea que requería para sí todo su empeño; un momento después su
corazón se aceleró al recordar que ¡Camila, llegaría de un momento a otro!
Continuará…
No hay comentarios:
Publicar un comentario