miércoles, 9 de mayo de 2012

Nuevas oportunidades (cuarta parte)




Elena, se encontraba dentro de casa y esto apenas dio tiempo a Antonio en cómo reaccionar ante aquella aparición, dudó por unos instantes, pero le fue imposible no mostrar su desasosiego, le invitó un café y acto seguido le indicó debían conversar.

— Tengo que enterarte de algo que ha sucedido— miró a Elena, con sentimiento de culpa, pero se sorprendió cuando ella murmuro:

— Camila, volvió.

Él, se limitó a confirmar con la cabeza y, su expectación aumentó cuando en ella no vio ni una pizca de sorpresa.

— ¿Lo sabías?—preguntó llena de curiosidad.

— Sí, desde ayer.

— Pensé que tendría la oportunidad de ser yo quien te diera la noticia.

— ¿Por qué?, ¿Desde cuándo  y por qué lo sabías?

— Desde hace una semana sé que ella volvería— luego digo con un tono de reproche—, no me mires así. Después de todo fui yo, quien acudió a ella. Sentía curiosidad por conocer a la persona a quien tanto amas y lo creí conveniente, no estaría tranquila si seguía pensando en ella como algo que existía en tus recuerdos y, hasta, quizás, sólo en tu imaginación.

— No entiendo— fue lo que alcanzó a decir antes que ella continuara.

— Aún sigo pensando era mi derecho— dijo con enfado— sabes…, desde que pediste mi mano, me obsesioné por conocer tus verdaderos motivos; si eran por amor a mí o por amor a ella.

— ¿Cómo dices eso?— dijo, Alejandro, ofendido por los reproches de Elena—. Hace tiempo que no pensaba en ella de esa manera.

— ¿Estás seguro?—mirándole de reojo y cuestionando la respuesta, agregó—. Porque yo no he visto en tu actitud de las últimas veinticuatro horas más que una confirmación a mis sospechas.

— ¿Y por eso la has traído?— preguntó airado.

— No, debes saber que ha sido como una ofrenda de paz— aquí suavizó su trato— desde el instante en que pediste mi mano comencé a preguntarme si ¿estaba segura de querer compartir una vida contigo?, desde hace mucho sólo he permanecido a tu lado por temor a que volvieras a estar como antes de conocernos.

— ¿Has estado conmigo por compasión?— Preguntó con sorpresa y enfado.

— No, debo reconocer que te quiero, pero ese cariño ha sido en gran medida fraternal. En un principio, sí, me atrajiste de un modo distinto, pero fue cambiando paulatinamente cuando supe definitivamente que no podrías querer a nadie más que a Camila, quizá, por el resto de tu vida, aunque no estuvieras con ella— Elena, hizo este comentario con lágrimas en los ojos, sorprendida por su reacción— Nunca podrías ofrecer a ninguna mujer tu corazón, quizás tu compañía física, y eso para mí no basta. Quiero, y he deseado siempre una persona que esté a mi lado no sólo en esa forma, sino que nos pertenezcamos más allá.

— Entonces por qué aceptaste, si en medida alguna considerabas fuera la persona indicada.
— Ya te dije que temía dejarte sólo, cierto que desde el principio de nuestro encuentro tú eras fuerte— acariciándole la mejilla suavemente, agregó—, pero aun así tenía miedo que una decepción volviera abrir las heridas que tanto te habían costado cerrar.

— De verdad, me cuesta creer lo que está pasando— dijo, con sus pensamientos ya muy lejos de allí.

Para, Alejandro, todo se aclaró. Y fue en ese instante cuando la decisión que no se había atrevido a tomar llegó como una consecuencia inevitable del actuar de Elena, estaba decidido, tomaba el riesgo de llenar su corazón nuevamente con la esperanza de alcanzar el amor de Camila.

— No puedo evitar el estar agradecido contigo, mi querida Elena— se permitió abrazarla con cariño—; aunque, confieso que me ha dolido tu accionar en este tema, pero siempre has sido una buena compañera. Tú me has permitido tener esperanzas nuevamente, has vuelto no solo con ellas sino que con la persona que las inspira.

— Debes saber que no ha sido todo por ti— Elena, dijo esto con un resplandor en su rostro—, me avergüenzo al reconocer que lo he buscado en beneficio propio. Perdón por mi franqueza, pero el motivo más fuerte fue que me enamoré como una colegiala nuevamente. Conocí a quien desde siempre soñé, y te extrañará esta confesión, siento que debo dejar todo claro entre nosotros. No ha sido mi deseo dañarte, y creí correcto ayudarte un poco, porque después de que te diga quién es, tú te puedes sentir traicionado.

— ¿Cómo puedes pensar algo así?— Alejandro que ya estaba evidentemente más relajado, por lo menos había aclarando la situación entre ellos—, después que has sido tú quien ha acercado  mis sueños, quizá, a una realidad, de la cual pensé no tenía derecho a imaginar siquiera— un brillo nuevo apareció en sus ojos— cuéntame quien es el afortunado, y como lograste que ella esté aquí.

— Bueno primero saldré de mi tema y te diré que es Alejandro, lo he tratado desde… bueno hace poco más de cinco meses, cuando nos presentaste. No puedo dejar de sentir vergüenza como dije antes, pero ya sabes el amor es así y desde que acepte en casarnos no pude sino pensar en él, en cómo era una persona libre de ataduras como las tuyas, sincero, leal y, si supieras cuánto me costó convencerlo para que me dijera dónde encontrar a Camila.

— ¡Esa es la razón por la que no quiso interferir esta vez!— dijo Antonio asombrado.

Elena aclaró rápidamente que él nunca le falto como amigo y le respeto, pero que no podía negar que su afecto era correspondido. Y que se negó a estar junto a ella, que debía definir su posición y aunque todo eso pasaba  no podía dar la ubicación de Camila, pero ella lo había convencido un tanto por el amor hacia ellos y a su amigo a quien no deseaba que estuviera deprimido.

Con lo referente a, Camila, dijo que no estaba autorizada a decir de dónde la encontró, sin embargo, señaló que le había sorprendido su forma de ser, pues era una persona demasiado reservada, aunque, realmente encantadora y comprendía muy bien el porqué de la inevitable atracción que produjo en él, mas no pudo negar que Camila, no representaba en lo más mínimo a sus gustos, en lo que a personalidad se refería. A pesar de las insistencias de Antonio en saber sobre el ánimo hacia él, se limitó a decir que sólo Dios sabría del resultado de la entrevista que tendrían aquella tarde, y que ella además del tema recién tratado debía ser portadora de una respuesta ante esa solicitud. No salió de esa casa sin antes desear que  todo se resolviera favorablemente y que pronto él pudiera disfrutar de la felicidad que desde hace tanto se  había negado.

Antonio no pudo dejar de pensar cómo cambiaría su vida en unas horas, quizás todo sería bueno para él y una sonrisa afloro por sus labios, pero también la incertidumbre, Camila podría haber vuelto solo para cerrar un ciclo en su vida e irse inevitablemente para siempre, y él no podría detenerla. Sabía que no tendría ningún derecho que justificara una acción así, ni siquiera, el sufrimiento de tantos años lo haría. A medida que pasaban las horas y el encuentro se acercaba no podía dejar que una serie de emociones lo envolvieran, como sería estar frente a frente, sólo ellos. Podría el tiempo haber cambiado algo en sus sentimientos, de su parte estaba seguro, pues, aunque, había querido dar un respiro nuevo a su vida con Elena era el mismo destino quien la apartó, pero de Camila, no sabía nada más; solo que había vuelto, y de la decisión de ella dependía ahora, tal vez, el resto de su vida.

Cuando la hora se aproximaba decidió arreglarse un poco, su aspecto dejaba mucho que desear, desde la mañana no había sido capaz de hacer otra cosa más que pensar, y reconocía ante el espejo que estaba terrible. Decidió hacer todo lo que estuviera a su alcance por mejorar y, así relajarse. Pudo contar con eso después de realizar la tarea que requería para sí todo su empeño; un momento después su corazón se aceleró al recordar que ¡Camila, llegaría de un momento a otro!

Continuará…

No hay comentarios: