lunes, 19 de noviembre de 2012

La verdad de una mentira



CAPÍTULO XIII: La espera


A, Gerardo, le costó varios días recuperar su buen humor, tras la decepción que se llevó una vez fueron retiradas las vendas. Aquella situación le hizo sentir que caía en un pozo profundo, donde la oscuridad sería su única compañía. Un momento antes de lo sucedido, él tenía asumido que no volvería a estar con Julia, pues se había convencido a sí mismo que no volver a encontrarse era lo mejor para los dos, pero cómo enfrentar algo así, solo. Su egoísmo lo sorprendió, recordó los gritos que dio para que todos salieran de su habitación; en aquel momento ni siquiera escuchó las recomendaciones y excusas que el doctor trataba de darle para que se calmara, lo único que deseó fue estar solo, pero los recuerdos que involucraban a Julia se hicieron más presentes que nunca y durante ese día fueron toda su compañía.

Por qué razón necesitaba a Julia, él sabía que estar junto a ella no sería fácil. Sentía demasiado rencor por lo sucedido con sus padres, pero ¿por qué debían ellos pagar los errores de otros?, aquella pregunta fue decisiva para que tomara una determinación. La excusa se presentaba por sí sola, la vida le daba una oportunidad para sanar sus heridas y perdonar. Pero perdonar qué, si después de todo él no fue el afectado ni ella la causa de los males.  

Si él estaba en lo correcto, Julia, volvería en pocos días para enfrentarlo con la verdad, pero como eso no era lo que deseaba había apresurado su salida y, con insistente terquedad le había dado al doctor varias excusas para no permanecer ni un minuto más en aquel lugar. Desde que ella dejó de visitarlo se había dado cuenta de lo frío y solitario que podía llegar a ser un hospital. ¿Cómo había olvidado los primeros días que permaneció allí?, sin duda ella tenía mucho que ver, porque: desde hacía tiempo, desde aquella vez en el parque; desde que ella le había hechizado más tarde (única excusa razonable que encontró ante la creciente necesidad de estar junto a ella), ya no lo estaba. Por su cabeza comenzaban a rondar dudas de si se podría tratar de amor.

— ¿Amor?, no seas ridículo Gerardo—se dijo a sí mismo, una tarde en que esperaba a que su secretario le trajera la respuesta que por varios días había esperado—. ¿Cómo? si en el amor no hay engaños y eso es lo que hemos estado haciendo los dos, engañándonos.

Luego que Dan, leyera la carta donde Julia confirmaba que estaba dispuesta a acompañarle por los dos próximos meses, percibió como una extraña sensación de felicidad lo embargaba. En un instante, el pensamiento que le pareció tan absurdo anteriormente fue confirmado en su interior. Sí, lo que sentía por Julia era amor. No había otra explicación. La insistente necesidad de permanecer junto a ella ya había superado por mucho la atracción y el deseo que cualquier mujer, con anterioridad, hubiera despertado en él.


 
 
Llevar varias horas sin poder estirar las piernas fue lo que más incomodó a Julia del viaje en tren; alrededor de las siete de la mañana se había instalado muy cerca de la puerta para no hacer esperar a quien llegara a buscarla. El sonido que emitió uno de los caballos le dio la señal de que ya era hora de partir. Trató de salir sigilosamente de casa para no despertar a nadie, pero desde la escalera la voz de su madre le sorprendió de manera especial.

—Hija, espero que te traten muy bien. Si no te sientes cómoda, no dudes en regresar; ellos no tienen por qué saberlo, pero tú…eres uno de mis tesoros, el más preciado.

—No se preocupe mamá. Estaré bien—fue lo único que Julia logró decir ante la sorpresa de ver a su madre, lo que no impidió que corriera a sus brazos.

Aquel abrazo de despedida fue especial para ambas. Nunca hasta ese entonces se habían separado, ni en los momentos más difíciles la Sra. Isidora imaginó que estaría lejos de sus tres hijas, aunque para ella Jane y Ema estaban viviendo seguras y felices; la incertidumbre de no conocer a la perfección el lugar donde se dirigía Julia, la llenaba de angustia. En silencio madre e hija se separaron; y mientras una se dirigía a la salida pidiendo perdón por sus actos, la otra no dejaba de encargarle a Dios que cuidara de ella.


Bajo el influjo de los recuerdos de su despedida en casa, Julia, fue sorprendida por una mujer que paseaba por los vagones de manera casi familiar que comenzó a entablar conversación con ella. Le preguntó si era la primera vez que viajaba hasta la cuidad, porque su cara no le era familiar. Julia, respondió extrañada por la actitud de la mujer, acción que nuestra amiga comprendió más tarde, pues se enteró por boca del cochero que se trataba de Isidora Goyenechea, una mujer importante en la región. Que no solo se había dedicado a dirigir la explotación de las minas de carbón en la zona sino que además se había preocupado, desde la muerte de su esposo, a mejorar la vida de los mineros y que era querida y respetada en la zona.  

El viaje desde la estación de trenes había sido más tedioso y agotador que el anterior. En muchas ocasiones Julia se preguntó ¿cuánto faltaría para llegar? En su última detención el cochero le dijo que faltaba alrededor de una hora, y el tiempo ya estaba a punto de expirar; cuando el sol comenzaba de entregar sus últimos rayos del día, Julia, luego de haber pensado cómo sería recibida por Gerardo, si estaría siendo esperada con la misma ansiedad con que ella deseaba verle, si sería capaz de aclarar todo, sus ojos, se cerraron lentamente sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo. Convencida que las cosas tendrían que hacerse cuando llegara el momento, y no antes, cayó en un profundo sueño.

Al poco tiempo, sintió como su conciencia la reclamaba en una especie de murmullo, pero se preguntó por qué se llamaba con una voz que no era la suya; —un sueño—se dijo. Pero la voz insistió en no permitirle descansar.— ¡A callar!—se dijo con autoridad, sin embargo, bajo aquella insistencia suya de no permitirse dormir, abrió los ojos. Ver sorpresivamente a Gerardo la hizo ruborizar, no solo porque estar frente a él la llenó de felicidad, sino que además, comenzó a preocuparle de que seguramente su aspecto, en ese momento, no era el más apropiado para que se volvieran a encontrar. — ¡Por Dios!, ¿qué aspecto tendré?—se dijo, mientras trataba de acomodar lo mejor que podía su ropa y peinado—. ¡Seguramente te vez horrible, Julia!—, le respondió la voz de su propia vanidad.

Contempló, con sorpresa, la sonrisa que amablemente Gerardo le ofrecía. Solo en ese instante se detuvo; su alivio fue inmediato al percatarse que por lo menos él no se enteraría de cómo lucía aquella noche.  

 

12 comentarios:

María Border dijo...

¿La fue a buscar al tren?
¿Y me dejas así?
Quiero leer lo que sigue.
Cariños

D. C. López dijo...

Hola guapísima!, tienes premio en mi blog:

http://dulcecautivalopez.blogspot.com.es/2012/11/premio-liebster.html

¡Espero que te guste!, bs!

Raquel Campos dijo...

Ayyy, que ha ido a buscarla!!!!¿Cómo lo dejas así????
Espero el siguiente para ver lo que se dicen...
Me encanta como va la historia!!
Un besazo!!

Jennieh dijo...

María, no, el la estaba esperando en su casa; creo que la última imágen ha generado una confusión, pero es que la subí para darme gusto; me encanta como aparece allí.

Espero ya ir siendo más constante y poder subir el capítulo el día que prometí.

Un beso.

Jennieh dijo...

Dulce, gracias por pensar en mí. ¡Claro que me gusta el premio!

Haré una entrada con él dentro de los próximos días.

Un beso.

Jennieh dijo...

Raquel, me pone contenta que te guste el hilo de la historia. Ya pronto sabremos qué ocurre con ellos.

Un beso

Lourdes dijo...

Ay que bello se encontraron y sabrá Dios que pasará.
Me gusta que él ya tenga definido sus sentimientos, eso es bueno.
Creo que Julia ya sabe lo que siente. Espero que alguno de los dos se anime a dar el primer paso. Exquisita escritura mi niña, te felicito. Un beso grande.

Jennieh dijo...

Lou:

Sí, así es Gerardo por fin dejo de buscar excusas y asumió lo que siente, y con respecto a Julia ya veremos que sucede con ella y sus sentimientos.

Gracias, por el ánimo que siempre me das, las visitas y comentarios de ustedes me ayudan para ir dando, en parte, forma a esta historia.

Un beso grande para ti también.

princesa jazmin dijo...

Gerardo se encuentra en una verdadera encrucijada al reconocer como amor la dulce sensación que le provoca Julia, y al mismo tiempo saber que los numerosos engaños y malentendidos que los rodean podrían llegar a destruir ese tierno sentimiento.
Además, tiene que aprender a vivir con su nueva condición, que lo coloca en un lugar de vulnerabilidad importante.
La historia está preciosa, Jen, y las imágenes una delicia.
Besos.
Jazmín.

suelin17dea dijo...

Me gusta mucho poder leer no dicho, cada pensamiento y mas en este caso la voz de conciencia en Gerardo. El querer negarse y luego aceptar el Amor, muy buen enfoque y modo de tratar. Ya luego con la llegada jiji pobre Julia, verse asi justo en el encuentro es parte de la vida , creo porque pasan cosas que jamas esperamos. Muy romantico todo , causa un nerviosismo que me anima a seguir viendo que va a pasar ...
BEsos

Sigo leyendo

suelin17dea dijo...

Me gusta mucho poder leer no dicho, cada pensamiento y mas en este caso la voz de conciencia en Gerardo. El querer negarse y luego aceptar el Amor, muy buen enfoque y modo de tratar. Ya luego con la llegada jiji pobre Julia, verse asi justo en el encuentro es parte de la vida , creo porque pasan cosas que jamas esperamos. Muy romantico todo , causa un nerviosismo que me anima a seguir viendo que va a pasar ...
BEsos

Sigo leyendo

suelin17dea dijo...

Otra cosa q rescatar me gusto esta frase : Pero perdonar qué, si después de todo él no fue el afectado ni ella la causa de los males. Es tan cierto, no somos culpables del pasado de otros, aunque nos influyen siempre podemos marcar la diferencia , creo q ya me puse muy filosofica jijij pero es cierto. Nuestra vida, una vida, los responsables, solo nosotros.

Besos