Mis
Estimadas Damas:
En esta
oportunidad, junto con la continuación de la historia quiero agradecer por la
entrega de dos Premios para mi blog, los que han sido otorgados por mi amiga
Jazmín del Blog: http://quisieraseramanda.blogspot.com
Confieso que
para mí estos son los primeros premios de la blogesfera, así que estoy muy
contenta, sobre todo por que Jazmín me haya considerado para ello.
He aquí los
premios:
El primero
que está en alemán significa: "El blog más querido".
Y,
el segundo es: "Premio Dardos", el cual reconoce los valores que
cada blogero/a muestra a diario en su rinconcito, como creatividad, talento,
originalidad, valores personales, etc.
Agrego, además, que aparte de la entrada pondré los premios en un lugar especial del blog.
Nuevas
oportunidades (tercera parte)
Cuando
la puerta emitió su último sonido y, el silencio se presentó, la casa comenzó a
hacerse gigante para Antonio. Un vacio llegó a reinar sus pensamientos. Luego,
la desesperación y el miedo llegaron como respuesta. ¿Cómo había permitido que
la escena de la tarde derrumbara todo lo que hasta hoy, con tanta fuerza de voluntad,
había conseguido? Su vida que había sido un caos, tras la pérdida de Camila,
había tomado un nuevo rumbo. Decidido a no dejarse vencer por la tristeza; se
dispuso a cambiar. Todos los excesos, con los que se dañaba tan frecuentemente,
habían desaparecido. Sus heridas comenzaron a sanar, ya no deseaba morir. El
mundo había vuelto a ser un lugar en donde quería estar, y disfrutar de la vida.
Una segunda oportunidad le fue ofrecida. Sabía que no volvería a ser el de
antes, la lección que aprendió no le permitiría volver a dañar a nadie de la
misma manera.
Y
ahora, se encontraba sin saber qué hacer. Pues sus sentimientos hacia Camila
eran innegables, pero también sus circunstancias. Sin duda había decidido casarse.
Esta decisión la tomó después de fijarse cuan paciente fue su querida compañera
Elena, y estaba convencido que a partir de ese momento jamás volvería a pensar
en Camila.
Elena
era una joven alegre, unos años más joven que Antonio, lo que permitía que él
se sintiera revitalizado por su energía y ganas de vivir, no poseía una belleza
desbordante, pero sin lugar a dudas su carácter era lo que le aportaba un aire
realmente encantador.
La
conoció en una de sus rutinas de ejercicio en el gimnasio, ella no sabía cómo
programar la trotadora y le pidió ayuda a la que él respondió: “Es mejor
disfrutar del aire libre”. Así fue como se hicieron compañeros de
entrenamiento. Todos los fines de semana se juntaban desde muy temprano para
recorrer unos cuantos kilómetros en dirección a un parque para hacer ejercicio.
A los pocos meses se dieron cuenta que conversaban más que hacer cualquier cosa
parecida al ejercicio, por lo que decidieron verse en otro lugar. Para, Antonio,
resultó muy agradable no ver a su compañera vestida de sport, en cierta medida
ya la veía como a un igual y en ese momento pudo darse cuenta de su femineidad.
La
confianza creció mientras transcurrió el tiempo y por fin cada cual contó sus
desventuras. Por lo que supo Antonio, ella se sentía muy sola, porque sus
padres decidieron viajar luego que su hermano y ella terminaron sus carreras,
con lo que escasamente recibía noticias de ellos y se quejaba de que cuando las
obtenía eran demasiado escuetas, y esto lo entendió luego de visitarla en casa.
En aquella ocasión solidarizó con lo que sentía Elena, su casa era gigantesca y
se sentía un vacio, pues estaba llena de recuerdos familiares los que indicaban
que en algún momento había sido testigo de muchas reuniones y momentos felices;
no dijo nada, pero sintió envidia porque desde que tenía uso de razón siempre
había estado solo. También pudo dar fe que las quejas de Elena tenían una buena
base, en los correos electrónicos que enviaban solo aparecía una foto
acompañada de un “Estamos bien, besos”. Luego, de ver todas esas fotografías para
él resultaba evidente el sentimiento de abandono que ella sufría.
Comenzó a admirarla al percatarse que, aunque,
todo esto pasaba ella no dejaba de lado su buen humor y, siempre daba más de si
de lo que podía. Él juró que jamás olvidaría su expresión cuando pudo contarle
como había pasado los tres últimos años de su vida. En un tono de serio
reproche que acompañó luego con una carcajada le aseguró que, ella, jamás
hubiera pensado que él fuera la persona que acababa de describir. —Me estas
mintiendo, tú no podrías ser así— esa observación causó en, Antonio, un estremecimiento
al recordar lo vivido y la razón que lo llevó a actuar de esa manera, mas ella
lo supo entender demasiado bien para ser mujer.
Enseguida,
Elena, sin fijarse le pregunto si aún amaba a Camila. Él no necesitó responder,
pues por su gesto supo que había dado la respuesta antes de pronunciar palabra.
Ella agregó, sin reservas, que le gustaría mucho ser objeto de su amor en un
futuro, ante lo cual, Antonio, le respondió entre risas que ya estaba casi
listo y, sin más provocación que esto ella le beso. La sorpresa le dejó inmóvil
sin saber cómo actuar por unos segundos, pensando luego que ésta era la
oportunidad que estaba esperando hace tanto tiempo y fue con Elena con quien
decidió comenzar a recorrer un nuevo camino.
Sólo
hace tres meses habían decidido casarse, y aunque desde ese instante, Elena,
había cambiado, pues estaba permanentemente a la defensiva, dispuesta a
discutir por cualquier situación, aunque fuera insignificante; él, lo atribuía
a la presión que acompañaba una decisión como esta. Estaba muy lejos de pensar
en lo que ocurriría a la mañana siguiente. Bajo los efectos de estos
pensamientos se encontraba, cuando por fin el sueño reclamó descanso para su
cuerpo.
Cuando
despertó, el sol llegaba fuertemente a su ventana. Rió una vez más por causa
del mal pronóstico del señor del tiempo, que tal como preveía a su reinado le
llegaba el fin. Este fue el único pensamiento agradable que su ánimo le permitió por la mañana, porque la
preocupación volvió apoderarse de él.
Sabía
que amaba a Camila, pero ¿estaba dispuesto a dejar todo lo que hasta ese
entonces había conseguido?, y es más abandonar a aquella mujer que le ayudó en
un momento difícil solo por aventurarse a una suerte que ni siquiera él sabía
el final. Su amor por, Elena, no estaba en duda de manera alguna, él sabía
conscientemente que ella lo había ganado con paciencia, solo por estar, aunque
él en ese entonces no demostrara ningún interés por ella en ese aspecto. ¿Amor?
Se decía constantemente, era evidente que no podía ser la misma clase de amor
que sentía por Camila, pensó que quizás era más fraterno de lo que quiso creer
hasta ahora. Del cual no supo en qué momento llegó a pensar que era de otra
manera, la misma que lo había llevado a pensar en formar una vida juntos.
Sus
pensamientos sin duda lo llevaban a creer que estaba actuando de forma muy
egoísta, pero ¿cómo podría pensar de otra manera cuando la tranquilidad o, tal
vez, la felicidad llegaban nuevamente a su vida? Y tratando de rectificar en su
manera de pensar quiso convencerse que no sería malo en dejar que cualquier
cosa tomara su rumbo, tal como le había dicho su amigo, se mantendría al
margen. Le fue imposible convencerse, era a él, a quien éstas nuevas
circunstancias le trazaban un nuevo rumbo ¡cómo podía pensar, siquiera, en dejar
que esto ocurriese sin participar en ello!, fuera cual fuera el resultado su
esfuerzo debía estar reflejado en el. En cuanto reconoció que no sabía cómo
actuar, una respuesta inesperada llamó a su puerta.